La Nación: RealBook

El ensamble argentino recorrió las fronteras del jazz local con sus composiciones.

por Mauro Apicella

Ensamble Realbook Argentina: Presentación de su disco / Músicos: Daniel «Pipi» Piazzolla (batería), Mariano Sivori (bajo), Alan Plachta (guitarra), Diego Schissi (piano), Bernardo Monk (saxo alto), Gustavo Musso (saxo tenor), Richard Nant (trompeta), Cirilo Fernández, Juan «Pollo» Raffo y Esteban Sehinkman (teclados), Nicolas Sorin (voz) / Sala: Teatro del Viejo Mercado, Lavalle 3177 / Próxima función: el viernes, a las 23.
Nuestra opinión: muy bueno

Varias de las camadas locales de músicos que surgieron en las últimas dos décadas les dieron a expresiones populares como el tango, el jazz y el folklore un nivel de excelencia. Y lo mejor de todo eso es que no se alcanzó sólo con ejemplos individuales, sino con hechos de producción colectiva. Es el caso del Ensamble RealBook Argentina.

A mediados de 2008, RealBook (www.realbookargentina.com) surgió como un gran catálogo de obras del amplio espectro jazzístico de autores locales, más algunos de Uruguay. A instancias de su impulsor, Esteban Sehinkman, sigue vigente y con nuevas incorporaciones, como la creación de un ensamble donde algunos de sus integrantes aportan composiciones y otros crean nuevos arreglos. Su debut fue el último año en el Festival Buenos Aires Jazz y éste llegó a las bateas con un disco debut. La selección de las ocho piezas registradas puede sonar caprichosa si se tiene en cuenta lo vasto que es el catálogo. Pero, a la vez, es una buena síntesis del trabajo que estos músicos vienen desarrollando y una invitación a publicar más volúmenes.

Si es considerado como un ensamble de jazz no será por una cuestión estrictamente de lenguaje, sino porque el jazz es una música que fluye y se desarrolla generosamente cada vez que hay dos o mas reunidos con ganas de tocar e improvisar. Este ensamble va más allá del género, pero tiene como premisa compartir la música. El último viernes dio la primera de las dos presentaciones previstas en El Teatro del Viejo Mercado, en el barrio del Abasto.

En el escenario, como en el disco, todo está planteado como en una cancha de fútbol: el juego se reparte. Va de la línea de brasses a los instrumentos armónicos y al ensamble de percusión y bajo o contrabajo, según el caso. Incluso, son dos pianistas los que tocan la mayoría de los títulos y tienen a otros esperando en el banco de suplentes (léase bambalinas) para hacer el cambio.

Puede haber un octeto en escena más un cantante; puede pasar por cada uno de esos atriles la música grabada, la que quedó fuera del CD, o hasta alguna que llega en partituras a último momento, como un tema de Diego Schissi, con arreglos de Guillermo Klein. Puede sonar bien, a pesar de que sólo tiene un ensayo hecho durante la prueba de sonido, antes de que se dé sala y comience el concierto. Y suena bien. Esto tiene que ver con la gimnasia de los muchachos para compartir música y con la excelencia a las que se hizo referencia en los primeros párrafos. Dos lujos de estos tiempos que quedan demostrados en conciertos como el del último viernes.

Allí dieron una muestra de la buena factura de las músicas que proponen y de sus arreglos, a veces con lenguajes jazzísticos, otras con aires tangueros o con rítmicas que coquetean con la música telúrica. A todos se los vio sumergidos en su mundo (concentrados en sus particellas) y se los escuchó en los mundos de los demás, en fluida interacción.

La voz sugerentemente tanguera de Sorín. El desempeño de «Pipi» Piazzolla como gran partenaire . La amplitud estética de los solos de Gusso, Nant y Monk, que siempre se resolvían en su denominador común: el trabajo como sección de vientos. La prestancia de Sívori, el ingenio del Plachta para proponer arreglos que potenciaron la imaginación de los intérpretes. El aporte pequeño, sutil y diferente del resto que hizo «Pollo» Raffo, veterano del rock y la fusión que ya estaba en la ruta cuando muchos de los músicos del ensamble jugaban en el jardín de infantes. Y toda la originalidad que en mayor o menor medida plasmaron los pianistas que fueron desfilando por los dos teclados (Schissi, Fernández, Klein y Seihnkman).

Todo eso fue un elogio a la música y al buen gusto. El próximo viernes habrá una second chance para escuchar al ensamble.

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