La Nación: Pollo Raffo, tras el raro equilibrio entre la técnica y la expresión musical

Está sentado al frente de una consola en la que ecualiza los sonidos de El Güevo, su actual agrupación, en la que conviven sonidos de sabor jazzístico con el ímpetu de temas rockeros. Hace muy poco ese estudio de grabación sirvió para que elaborara los arreglos de una sección de bronces […]

Está sentado al frente de una consola en la que ecualiza los sonidos de El Güevo, su actual agrupación, en la que conviven sonidos de sabor jazzístico con el ímpetu de temas rockeros. Hace muy poco ese estudio de grabación sirvió para que elaborara los arreglos de una sección de bronces que el último fin de semana acompaño en Obras a Soda Stereo y, en algunas semanas más, seguramente ése será el escenario donde explorará los sonidos del nuevo álbum de Juan Carlos Baglietto, para quien Pollo Raffo hace tres años que elabora los arreglos instrumentales.
A los 27 años, este inteligente tecladista trae sobre sus espaldas una buena experiencia musical. Que comenzó con las primeras lecciones de música clásica, continuó con un par de grupos de jazz (Raffo Trío y Raffo IV) y culminó con su llegada al lugar que había abandonado Fito Páez junto a Baglietto.
“Con Juan—recuerda Raffo—hicimos dos discos: Modelo para Armar y Acné. En éste buscamos un sonido emparentado con el de Joe Cocker, Blood Sweat & Tears o alguna de aquellas bandas soul de principios de los ‘70. Con Baglietto siempre me moví como orquestador más que como pianista”.

—¿Cómo se define la labor del arreglador?

—Carlos Franzetti suele comentar que el arreglador es un invento de este siglo, que llaga con la industrialización de la música y el desarrollo del mercado fonográfico. Creo que nace para ser el intérprete técnico de las necesidades expresivas de algunos compositores. Como arreglador y compositor me interesa la captura instantánea del interés del oyente. Pero siempre intento dejar abierta una segunda audición en la que puedan descubrirse elementos de interés musical. Creo que ese es el equilibrio entre desarrollo técnico y expresividad que consiguieron muchos artistas desde Mozart hasta los Beatles. Creo más en la expresión artística que en los recúrsos técnicos pueden servir para llegar a aquella. Uno puede emocionarse hasta las lágrimas con temas de los Rolling Stones en los que cuesta encontrar algo más que tres acordes. ¿Pero qué importa?.

Humor, a lo Frank Zappa

La música de El Güevo tiene un fuerte color jazzístico y una marcada tendencia rítmica, donde pueden descubrirse huellas que van desde Weather Report hasta Billy Cobham. “Desde el punto de vista estilístico—dice Raffo—me interesa trabajar con el humor y el grotesco, un poco a la manera de Frank Zappa o Nino Rota. Me refiero, claro, a un tipo de humor netamente musical. Esa es una posibilidad que el rock desaprovecha pese a su actitud desenfadada; tal vez porque es una música demasiado estructurada.

—¿Proyectos?

—El próximo disco de Baglietto, poder grabar el material que desde hace unos meses venimos elaborando con los demas integrantes de El Güevo: Pablo Rodríguez y Sebastián Schön (saxos), Guillermo Arrom (guitarra), Marcelo Torres (bajo) y Daniel Volpini (batería). Y, para el año próximo, aprovechar la beca que acaba de otorgarme la academia Berklee de Boston.