Expreso Imaginario: Trigémino: Los Juegos y las Ceremonias

por Alfredo Rosso
No es muy común encontrar entre los grupos que han surgido últimamente en el panorama nacional un conjunto con una personalidad definida musical y temáticamente como la de Trigémino. […]

No es muy común encontrar entre los grupos que han surgido últimamente en el panorama nacional un conjunto con una personalidad definida musical y temáticamente como la de Trigémino.
Una tarde de enero tres de sus integrantes, Jorge Minissale (guitarrista) Pollo Raffo (teclados) y Marco Pusineri (batería) se acercaron hasta la redacción para charlar un rato sobre lo que estaban haciendo. El cuarto integrante, Carlos Garófalo (bajo y cantante) se encontraba gozando de la dulce brisa atlántica en Gesell, así que redactor y músicos lo envidiamos horriblemente y acto seguido nos largamos a la parla, matizada por chistes, anécdotas y hasta una demostración práctica de un ejercicio polirrítmico-vocal que dejó anonadado a vuestro escriba. Desgraciadamente, hubo que dejar varias cosas afuera por cuestiones de espacio, pero creo que el remanente es jugoso. Bah! Opinen ustedes…

“Trigémino se formó en septiembre del ’75. Al principio era puro afanos a Emerson, Lake & palmer, temas sin letras, unidos con alfileres. Hasta que un día nos impusimos la conciencia de hacer algo compositivamente más estructurado, agarrar un tema, desarrollarlo, darle forma, un clima, un final.
“Después de varios cambios de formación se asentó el cuarteto actual y empezamos a hacer recitales. El año pasado tocamos dos veces en la sala F.E.C. y otras dos veces en Ramos Mejía, todo organizado ‘a pulmón’, por supuesto, y hasta aparecimos en televisión. No era un gran programa pero fue una experiencia nueva y muy importante para nosotros”.

—¿Cómo se ve el grupo moviéndose en un medio tan difícil como el del rock nacional hoy en día?

—“Mirá, es bravo, pero no nos vamos a separar, de puro cabeza dura que somos, por más falta de guita o dificultades que surjan. Porque todo el mundo parece hacer lo mismo: cuando se las ve un poco difícil ¡Chau! Cada uno por su lado y a otra coas. Nosotros—como todos los grupos nuevos—conocemos la de pegar carteles, tocar con equipos ajenos, etc., etc., y ahora que hemos podido comprar instrumental como para poder sonar bien no nos vamos a ir al mazo. Es muy difícil salir a flote acá pero cuando lo lográs tiene ese gustito a victoria que no se da en el caso de los grupos ‘fabricados’ por un productor”.

—Esa voluntad de seguir demuestra que le siguen teniendo fe al rock como medio de expresión…

—“Mirá, la única justificación de que exista es que continúe siendo un medio de expresión. Nosotros no intentamos hacer proselitismo, simplemente mostrar nuestras cosas y ver cuánta gente se prende. Por supuesto que seguimos creyendo en el rock como movimiento. Mientras haya gente que se movilice, mientras haya una revista…
“El problema es que hoy los chicos están muy confundidos. Los medios de comunicación confunden todo. Te ponen a los Bee Gees al lado de Genesis o Emerson. Los pibes no saben para donde agarrar, si ir a ver ‘Fiebre de Sábado por la Noche’ o ‘La canción es la Misma’.
“Por eso, si hay un tipo que tiene la manija con la gente (sea músico, productor, etc.) como para poder abrirles la cabeza y no lo hace es porque es un imbécil o porque el tipo está muy cómodo en la suya. Esta gente es nuy peligrosa. Hay que tener cuidado con los ídolos…

—En Trigémino se notan las ganas de comunicar contenidos…

“Sin ánimo de compararnos con nadie, creo que eso le ha ocurrido a todos los músicos desde… Bach hasta ahora.
“Los artistas sienten una especie de llamado interior que los mueva a hacer cosas y a no parar. ¡Es un parto tras otro! Se sabe de gente que para hacer algo coherente se ha pasado meses y meses de sudar sangre. Pero los tipos lo lograron. Para llegar a ese orgasmo final que es decir: ‘Bueno, escuchen, yo hice esto’, vos te jugás entero…”
“La lucha es dura pero a la vez reconforta. Sentir el reconocimiento de la gente que nos vino a ver a la F.E.C., por ejemplo, te da más fuerzas para seguir. Pero aún si nos ignorasen seguiríamos luchando, porque pensamos que esa es la verdadera función del artista y de toda persona que piensa un poco…”

—Cuéntenos un poco los planes de Trigémino para el ’79.

—“Para este año tenemos planeada una obra… ¿se puede decir? bueno… ma si… ‘conceptual’ (risas)
“Decidimos encarar un método distinto de composición que vamos a volcar en esta obra. Primero hacemos toda una elaboración ‘de palabra’ de la pieza, por ejemplo, que tenga determinados elementos, tal estructura, tal forma y que termine de tal manera. Después ahí agregamos los elementos musicales, las notas…
“Sobre esa base dividimos la composición, es decir, construímos una misma idea literaria dividiéndola en movimientos musicales estilísticamente diferentes”.
“La trama es un poco extraña. La resumimos en dos frases: ‘TODOS LAS CEREMONIAS SON JUEGOS Y TODOS LOS JUEGOS SON CEREMONIAS’.
“Tiramos la onda de que todas las actividades del hombre que tienen un marco de excesivo formalismo o pomposidad, todo eso que en su origen comenzó como una cosa ceremonial y espiritual, debido a la tradición o a la repetición por inercia se convirtieron en algo maquinal, se han transformado en realidad en un juego.

—Por jugar con la forma han perdido el contenido…

“Claro, al final es un jueguito. Y también se aplica a otras cosas. El levantarte una mina es un juego. Ya sabés que te va a decir, qué vas a hacer, donde vas a ir y en que vas a terminar ¡Ya está todo programado!
“El otro principio argumental de la obra vendría a ser que todas las actividades que en apariencia son juegos, el acto del amor, las cosas más simples y cotidianas como tomarte un mate con los amigos, al tener una tremenda carga espiritual—porque son las cosas donde más vos te volcás—adquieren el carácter de ceremonia, de cosa religiosa…
“Tenemos ya todos los temas musicales de cada parte pero no están desarrollados todavía. La obra empieza con un solo de piano cortito, improvisado y bien jazzero y se engancha con el primer movimiento, que es instrumental y tiene cierta ‘picardía’.
“Generalmente un grupo está siempre muy tenso, muy solemne, entonces nosotros vamos a hacer algo bien ‘farsa’, con melodías ridículas en algunas partes, metiendo además voces medio raras y un fondo de marcha…
“El segundo movimiento es acústico. Lo vamos a estructurar con una viola acústica, un bongó y un aparato que inventó nuestro bajista, Carlos, que es una especie de sitar hecho con la base de una viola criolla, no me preguntes cómo lo hizo… le metió cuerdas eléctricas… que se yo (risas).
“Bueno, está el fragmento acústico y luego viene una parábola cantada, una apertura positiva del problema.
“El tercer movimiento es una cosa entra jazzera y malambesca, por llamarla de alguna manera. Ahí hablamos de las ceremonias que se convierten en juegos…
“El cuarto movimiento es un candombe y ahí vamos a hablar de los juegos que son ceremonias, en contraposición a lo anterior. En esta parte vamos a poner mucha percusión. Va a quedar la batería como fondo y los demas también vamos a hacer percusión en una onda marcadamente latina, que llegue, que pegue, que tenga vitalidad… Vamos a tocar desde timbaletas hasta latitas, pitos, cornetas… Con decirte que estamos haciendo nosotros mismos varios instrumentos de percusión…
“También queremos hacer una escenografía acorde, con decorados, ropas, etc.
“Bueno, la obra termina con el alegato final, que es bastante dramático: ‘Estoy tejiendo trampas para engañar’ es la frase última, repetida varias veces.

—Otro detalle sugestivo de Trigémino es los simbolismos peculiares de sus letras llenas de juglares, fábulas, reinos mitológicos, etc . ¿De dónde vienen esas imágenes?

“Bueno, mirá, Carlitos tira mucho hacia ese lado. El es un tipo de esos que te dicen ‘tomá mi corazón, usalo y después me lo devolvés’. El trajo al grupo una onda muy tranquila, muy pacífica y tal vez le dió esa onda llena de simbolismos, de cosas de fábula… ¿¡A quién no le gustan las fábulas!?

—Ya lo creo… nos traen cosas de la infancia…

“Lo que pasa es que después los temas se transforman y lo que podría haber sido una fábula rosa se vuelve una fábula roja… de sangre. En ‘El Doble Filo del Hacha del Verdugo’ el personaje es un trovador que vive muy tranquilo en el bosque hasta que un día el rey de la comarca, asesorado por Cristóbolo—el típico mago maléfico— lo manda a buscar con las fuerzas reales para que el trovador haga de bufón en su corte. El trovador se niega y hay una parte de la letra que dice: ‘no señor, yo no quiero ser el bufón de un gordo inútil que necesita del llanto para ser feliz’. Porque vos viste lo que es un bufón: un tipo que no tiene aspiraciones de nada, está ahí en el reino como un fracasado. De modo que el trovador decide suicidarse antes de que lo usen…

—Ustedes ya tienen un buen número de temas compuestos, además de la obra nueva. ¿Hay algo planeado con respecto a grabaciones?

“Mirá, tenemos planeado hacer una cinta pero no estamos desesperados. Queremos ir despacio, grabar una muestra y ofrecerla a las grabadoras. Pero no pensamos ‘encanarnos’ con un contrato leonino de cinco años ni nada por el estilo…”.