RAFFO "AL SUR DEL MALDONADO" · Música de Flores Vol.3 ·

PAI – 2013

  1. 01 - La Polisémica_Tachame la Doble - clip Raffo 1:07
  2. 02 - Franguinho é o Caralho - clip Raffo 0:39
  3. 03 - Al Sur del Maldonado - clip Raffo 1:09
  4. 04 - Operación Repique - clip Raffo 1:01
  5. 05 - Extramuros - clip Raffo 1:01
  6. 06 - Goy Friendly - clip Raffo 0:55
  7. 07 - Meléndez - clip Raffo 1:05
  8. 08 - Ataca el Mamboretá - clip Raffo 1:00
  9. 09 - The Soul that Sings - clip Raffo 0:43
  10. 10 - Corazón de Láser - clip Raffo 0:54

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  1. La Polisémica / Tachame la Doble
  2. Franguinho é o Caralho
  3. Al Sur del Maldonado
  4. Operación Repique
  5. Extramuros
  6. Goy Friendly
  7. Meléndez
  8. Ataca el Mamboretá
  9. The Soul that Sings
  10. Corazón de Láser

Música compuesta y arreglada por Juan Raffo. “Meléndez” dedicado a L.G., “Ataca el Mamboretá” dedicado a K.E., “Corazón de Láser” in memoriam F.R. Todos los temas editados por EPSA publishing S.A.

MÚSICOS

  • Juan “Pollo” Raffo pianos acústico, eléctrico y digital; órgano, sintetizador, acordeón, melódica.
  • Martín Rur saxos tenor y soprano, clarinete, clarón.
  • Tomás Pagano bajo eléctrico de seis cuerdas.
  • Rodrigo Genni batería.

MÚSICOS INVITADOS

  • Beto Merino tumbadoras y caxixi en “La Polisémica / Tachame la Doble”; tambor chico, wankara, pezuñas y shaker en “Operación Repique”; cajón, campana y shaker en “Meléndez”.
  • Jonatan Szer pandeiro en “Franguinho é o Caralho”.
  • César Silva guitarra eléctrica en “Operación Repique”.
  • Sebastián Prusak violín en “Goy Friendly”.

FICHA TÉCNICA

“La Polisémica / Tachame la Doble”, “Franguinho é o Caralho”, “Al Sur del Maldonado”, “Extramuros”, “Meléndez” y “Corazón de Láser” grabados en Fort Music por Luis Bacqué

Asistencia en estudio: Norberto Villagra. Manager: Oscar Giménez Plett

“Operación Repique”, “Goy Friendly”, “Ataca el Mamboretá” y “The Soul that Sings” grabados en El Hornero por César Silva

Grabaciones adicionales por Mariano Barrella en Vía 3, Martín Rur en caZapiola estudio, Gallego Antinori y Juan Ignacio Ojeda en Al(m)a Gris y Jonatan Szer en estudio La Fragata

Piano acústico: Blüthner model 2 gentileza de Cecilia Cibert – Blüthner Pianos info@bluthner.net

Mezclado en El Hornero por César Silva

Masterizado en Bacque Recording Engineering, NYC, por Luis Bacqué www.bacquerecording.com

Operador de Sonido en Vivo: Gallego Antinori

Diseño y Fotografía: Emmanuel Panza y Francisco Sánchez Valassina www.estudiopescado.com

Impreso en Grafikar www.grafikar.com

www.polloraffo.com desarrollado por Machi Mendieta // INVASOR DIAGONAL // www.invasordiagonal.com

Edición de textos: Laura Cambra

Editado por P.A.I. producciones Argentinas e Internacionales. Editor: Fernando Lerman www.pairecords.com.ar

Producido por Juan Raffo
www.polloraffo.com

AGRADECIMIENTOS

Muchas gracias a los que, cálida y desinteresadamente, hicieron posible este trabajo:

  • Martín, Tomás y Rodrigo.
  • Roxana y Gregorio.
  • Pablo Martín y Beto Merino.
  • Gallego Antinori, Mariano Barrella, Pablo Butelman, Laura Cambra, Cecilia Cibert, Juan Pablo Compaired, Gustavo Fourcade, Pablo López Ruiz, Juan Ignacio Ojeda, Sebastián Prusak, Agustín Raffo y Jonatan Szer.
  • César Silva.
  • Fernando Lerman.
  • Emmanuel Panza y Francisco Sánchez Valassina.
  • Diego Fischerman.
  • Y, sobre todo, a Luis Bacqué porque aun desde otro hemisferio supo calcular tiempo y distancia para la movida inicial y el remate de este tercer capítulo.

Juan “Pollo” Raffo, verano de 2013

PRÓLOGO (Diego Fisherman)

Hace ya muchos años, una revista cultural sumamente influyente, El ornitorrinco, heredera de la mítica El escarabajo de oro, bromeaba sobre Ernesto Sábato. Decía: “Es alguien tan complicado que tiene un problema para cada solución”. La frase, sin chiste alguno, bien le cabría a todo el arte. O, por lo menos, al mejor; al más desafiante, a aquel que de alguna manera logra mover los límites de alguna geografía, empezando por las certezas del oyente. Tal vez fuera mejor cambiar la palabra “solución” por “hipótesis” pero lo cierto es que en las obras que conmueven, en las que escapan a la repetición de los gestos externos que las modas van imponiendo, o a esas señales repartidas de manera pareja para poco más que marcar pertenencias –de los artistas y de sus públicos– siempre anida una pregunta. Y siempre hay una posibilidad de respuesta, vislumbrada en la propia obra. El arte se pregunta, no podría ser de otra manera. Y, aunque el resultado siempre sea tentativo, provisorio e inestable, también se contesta.

La música artística de tradición popular, en la Argentina, está atravesada, en rigor, por la tensión con diversas herencias y por la posibilidad, siempre abierta, de rendirles tributo o ignorarlas. En el país de Demare, de Troilo, de Piazzolla, de Eduardo Falú, del Cuchi Leguizamón, Ariel Ramírez o Jaime Dávalos, por sólo nombrar algunos, resulta imposible, para un músico, no plantarse ante ellos de alguna manera. Aun el rechazo está lejos de poder ser indiferente. De hecho, la pregunta acerca de la identidad –nacional, regional o cultural– de la música tiene en la Argentina una entidad de la que en otras partes del mundo carece. Nacionalismo e internacionalismo se plantearon, en el campo de la música de tradición académica, como dos polos más o menos antagónicos, personificados por Alberto Ginastera y Juan Carlos Paz. El jazz y el rock, más allá del aditamento de la palabra “nacional”, están sujetos a las mismas controversias. Al fin y al cabo, ¿podría haber algo más extraño que un blues cantado por un joven porteño que toma las inflexiones vocales de un negro del sur estadounidense para hablar de otro Sur, el del aceite, los zapatos olvidados y las lágrimas del dock, en Avellaneda? ¿Y podría haber algo más personal, individual y, sí, nacional, que esa mezcla?

El Gato Barbieri cuenta haber estado en crisis por estas cuestiones. Y decía que fue el cineasta brasileño Glauber Rocha el que le abrió el camino para pensar lo que en los ’70 fue una clase de jazz latino donde esta última palabra nada tenía que ver con el Caribe. Un desgarrado “El día que me quieras” o un carnavalito espiralado, que ascendía en la improvisación colectiva a dimensiones en que lo “nacional” excedía en mucho la cita pintoresca, insinuaban, claro, preguntas. Y escondían hipótesis. Esa es la tradición del “Pollo” Raffo. Una tradición porfiada, que cruza horizontalmente las divisiones entre géneros como un tajo poblado de significaciones. No están allí los íconos que permiten las identificaciones fáciles ni los usos superficiales. Hay preguntas y hay hipótesis. La lengua franca del jazz, la pericia en los arreglos, el manejo exacto de una técnica, son apenas un vehículo para preguntarse las cosas realmente importantes. O la más importante de todas: ¿cómo suena Buenos Aires? O, dicho de otra manera, ¿cómo puede una música elaborada, compleja, capaz de problematizar sus propias leyes y de comprometer a sus oyentes, dar cuenta de los sonidos que pueblan esa ciudad? El barrio de Flores, eventualmente, es el lugar desde el que se despliega una red de sentidos. No hay ingenuidad, ni ingeniosidad vacía, ni guiños de postal. Se trata, nada más, de una de las músicas más seductoras y al mismo tiempo valientes (es que hay preguntas que no están de moda ni son valoradas por los clubes y camarillas del momento –en otros momentos hubo clubes y camarillas diferentes, que no eran mejores–) entre las producidas últimamente en esta ciudad. Una música que no superpone ni mezcla sino que integra. Una música que dialoga, creativamente, con las tradiciones culturales más importantes de su territorio. Que las recrea, las moldea y las trabaja como materiales fértiles. Hay, en este disco, una música que, lejos del jazz que imita al jazz o del que lava sus culpas coloreándolo con localismos, arma su propio lenguaje. En el alfabeto se reconoce al jazz, y también a Spinetta y, por qué no, a la cumbia. Lo que se dice con ese alfabeto es nuevo, como sólo puede serlo aquel arte que importa. El que respira y se nutre con lo que es capaz de inquirir. El que parte, por principio, de una única certeza: que no hay certezas. El que responde con la idea de que todo, siempre, puede (¿debe?) volver a preguntarse.

Diego Fischerman.